lunes, 26 de mayo de 2008

Despedida @ Casa de Tio Pito



Como era de esperarse, mi Tio querido, Tio Pito, tan atento como siempre, se tomo la molestia de brindarnos su casa a mi familia y a mi para hacerme un pequeño agasajo con motivo de mi viaje.

La verdad es que no escatimó recursos, ya que mando a buscar un chivo (cabra) bien tierno para tales fines, y como sabe que me encanta el Black Label, no hubo escasez de el. Las mejores bebidas, la mejor comida, pero sobre todo, la mejor compañía posible.

Fue el final perfecto para un dia muy agotador, ya que mi hermano Julián y yo habíamos empezado bien temprano, a eso de las 6:30 de la mañana, partiendo hacia Santiago de los Caballeros, mi ciudad natal, para agotar una apretada agenda de diligencias que no podía dejar pendientes ya que salgo del país por par de años. Mi hermano Julián, tan atento como siempre, luego de haber terminado su habitual jornada nocturna de trabajo, sin haber descansado en lo absoluto, me paso a recoger y partimos hacia Santiago sin muchos preámbulos. Alrededor de las 8:00 de la mañana, hicimos una parada en Plaza Jacaranda, habitual oasis de los viajeros que recorren la Autopista Duarte, entre Santo Domingo y Santiago para disfrutar de un suculento desayuno de Mapuey con huevos revueltos y jamón y queso fritos. Sin desperdiciar mucho tiempo, reanudamos el viaje a Santiago y llegamos a nuestra primera cita con mi Tio Yuyo a las 9:00 de la mañana, tal y como estaba previsto.

El resto de la mañana transcurrió sin mayores contratiempos, pudiendo realizar la mitad de las diligencias antes de la 1:00 de la tarde. Sin embargo, todo no podía ser perfecto, y a la hora del almuerzo, nos juntamos con mis entrañables amigos Juan Ramírez y Jorge Tallaj, para disfrutar juntos de un ultimo almuerzo antes de mi partida en la cafetería del Centro Leon. Fue una ligera variante a las una vez inquebrantables cenas de los sábados por la noche, pero dadas las circunstancias, fue igualmente memorable. El problema surgió cuando la persona que nos atendió solo preparó las entradas y se olvido de los platos fuertes, retrasando nuestro itinerario en mas de una hora. Al menos no todo fue calamidad, ya que gracias a este retraso, la cuarta parte del grupo, Carlos Solano, ausente por varios meses de nuestras habituales cenas, hizo acto de presencia justo cuando mi hermano y yo nos alistábamos para retirarnos, habiendo acordado con el camarero que pusiera el resto de nuestras ordenes para llevar. Fue bueno estar con mi tres amigos, una vez un inseparable grupo de 4 que ahora se ve diezmado por mi partida.

Luego de este retraso, nos vimos en la obligación de reestructurar y priorizar nuestra agenda. Hicimos una rápida parada en el Banco Popular, donde debía hacer unos depósitos, luego pasamos a despedirnos de mi hermana Lia, pero esta no se encontraba en su hogar. Gracias a la magia de los celulares, pudimos coordinar un punto de encuentro e intercambiamos los obligados abrazos y besos, junto con los mejores deseos. El encuentro fue agridulce, ya que no pude ver a mis queridos sobrinos Ian y Jeshua, que se encontraban en casa de su abuela, pero ya el tiempo no me permitía hacer otro recorrido que nos sacara de ruta.

Una vez terminada la emotiva despedida entre mi hermana y yo, pasamos por el Centro Español, para poner mi membresía en calidad de Socio Ausente. Luego una rápida parada en una tienda de jeans, siempre necesarios para el trabajo, otra en Pricesmart para la compra de efectos varios y por último, un corte de pelo donde Magdalena, la persona que ha manejado mi pelo los últimos 8 años.

Cuando todo estuvo listo, habiendo dejado atrás una que otra diligencia que tendrá que esperar dos años a ser resuelta, mi hermano Julián, cansado de tanto manejar (recordemos que no ha dormido desde el dia anterior y todo por ayudarme) me pide que regrese manejando yo hasta Santo Domingo. Con gusto, le dije.

Llegamos a Santo Domingo alrededor de las 8:00 de la noche y ya el escenario estaba listo para ir a casa de Tio Pito. Me quede donde Angela y Julián se dirigía a buscar a mi madre. Alrededor de las 10:30 de la noche, arribamos finalmente a casa de Tio Pito, donde no pudimos haber recibido mas cariño y mejores atenciones. GRACIAS TIO PITO!

Fue una hermosa velada, donde nos reímos hasta mas no poder con las ocurrencias de mi Tio, disfrutamos de una deliciosa comida, bailamos (mas que nada fue mi madre, a quien le encanta bailar) y remembramos anécdotas familiares.

Como pude haber pedido mas de ahi?

2 comentarios:

Valeria E. Pouerie dijo...

Que nostalgia cuando lei la parte de la parada en Plaza Jacaranda ... :)

Angela Guichardo dijo...

Mi amor, la pasamos muy bien. Lo que mas me gustó y cuando lo recuerdo me muero de risa es con el "HOMBRE ABANICO"

JAJAJAJ!