jueves, 2 de julio de 2009

Tres cortos... Pt. 3/3


Ya habian pasado unos cuantos meses desde mi bautizo como Sra. Ruiz y aunque ya habia perdido vigencia y gracia, aun aparecian los ingeniosos payasos que no desperdiciaban oportunidad para endilgarme el mote en cualquier conversacion.

Todos disfrutaban de hacer incomodar al extranjero y creo que una buena parte de mis compañeros se pasaba el dia ingeniando nuevas formas para lograrlo. No todos eran tan osados y ninguno se hubiera atrevido a hacerlo publicamente si no contaba con apoyo masivo, pues en mas de una ocasion hice bien en mi promesa de hacer recapacitar "por las buenas" a los pocos que en algun momento quisieron tomar iniciativa. Solo cuando habia consenso y no hubiera riesgo de ser aislado por mi como instigador, tenian lugar nuevos episodios de epitetos a mi persona.

Si de algo me sirvio esta experiencia, es que me ayudo a entender que no se le debe dar mucho merito a los desmerecimientos y que en la mayoria de los casos vienen motivados por la envidia. Habia notado que mientras mas importancia le daba a los comentarios, alimentaba aun mas los animos de mis compañeros y les daba mas herramientas para poder seguir haciendolo. Pero que siempre fuera tan pragmatico era demasiado pedir para un niño de mi edad.

Para el tiempo que tuvo lugar la anecdota que hoy quiero compartir, ya estaba bien establecido entre mis compañeros, por lo que los comentarios sabiondos ya venian mas en la forma de camaraderia que de burla, asi que me los tomaba menos a pecho y hasta en ocasiones me parecian ingeniosos. Pero los motivos que solia darle a mis compañeros para sus chistes venian generados por la transculturacion, no por excentricidades. En la mayoria de los casos mis acciones eran completamente normales a mi entender.

Sucede que a pesar de que ya hablaba el idioma como un japones mas de mi edad y lo entendia a la perfeccion, solia perder interes bastante rapido por las cosas que se trataban en la clase que no tuvieran que ver directamente con el material en los libros, como por ejemplo los anuncios que daba el profesor para darnos a conocer algun evento proximo. Es por esto que casi siempre me tomaban por sorpresa la mayoria de paseos escolares y siempre terminaba haciendo el viaje "fiao" y tenia que llevar el dinero dias despues de haber regresado, o tenia que tomar prestado utiles para las clases de manualidades o tomar prestados los "ganchos" de otro compañero que no estuviera en la seleccion de futbol de la escuela cuando habia torneos intramurales.

Siempre me podia salir con la mia pues los profesores me daban una holgura extra por ser extranjero, aunque sabia en el fondo que ese no era el problema y que en cierta medida, estaba jugando con la paciencia de muchas personas pues los japoneses no suelen hacer excepciones.

Al parecer, para uno de esos anuncios circulares, estaba sumido en mi mundo cuando el profesor aviso que al dia siguiente habria examen medico. El sistema de salud esta tan bien organizado en Japon, que los examenes medicos se llevan a cabo en todos los colegios privados y escuelas durante la misma semana en todo el pais, para la misma fecha todos los años. En este examen medico se pone al dia la ficha de cada estudiante con el peso actual, estatura, chequeo de la vista, chequeo oral, chequeo de parasitos, cuequeo de la orina, auscultacion y las vacunas de turno.

Para esto, se dividen los estudiantes en dos grupos, primero los varones y luego las hembras. Esto porque el estudio se lleva a cabo solo en calzoncillos los varones y en panties las hembras. Las ventanas que dan al pasillo de todos los cursos se cubren con papel manila para proteger a ambos sexos de los curiosos y en fila india se dirigen todos los estudiantes a un aula especifica, curso por curso.

Yo cursaba el quinto de primaria, por lo que mi curso era el penultimo y se encontraba en el segundo nivel, asi que teniamos que recorrer la gran parte del edificio semi-desnudos, hasta el primer nivel donde se encontraba el consultorio medico improvisado.

Como todo niño de mi edad, siempre estuve interesado en las ultimas corrientes, ya fuera la ultima "lonchera", el ultimo lapicero de tres colores, el ultimo jeans marca Lee, los ultimos tennis Reebok, el ultimo reloj Casio, la ultima BMX y los calzoncillos Playboy. Todas estas cosas te permitian formar parte de un grupo exclusivo y te aseguraba compañia en los recreos. Al menos asi funcionaban las cosas en Dominicana.

Mi madre hacia el mejor esfuerzo por acomodar mis exigencias de manera que puediera ser "normal" como mis compañeros, siempre y cuando esto no alterara el presupuesto familiar. La compra de unos calzoncillos tipo tanga, marca Playboy fue una de ellas.

Resulta que para este dia, completamente ajeno para mi, al momento de levantarme decidi ponerme los calzoncillos tipo tanga color rojo, con el logo del conejito y las letras "PLAYBOY" en azul en la esquina superior derecha. Eran los que mas me gustaban pues eran super comodos y el color "rojo ferrari" me encantaba. En ciertas ocasiones, me gustaba pasearme por la casa en esos calzoncillos sin mas nada puesto, y pretender que era Superman. Era mi prenda de vestir favorita!

A diferencia de nosotros los occidentales, que le damos tanta importancia a las cosas suprefluas y motivamos la individualidad (aunque esto es una paradoja, pues al final nos empeñamos tanto en ser diferentes, que nos agrupamos con personas que piensan, visten y calzan como nosotros, pasando asi a ser uno mas del grupo y como ejemplo tenemos a los "jevitos", los "joes", los "metalicos" y los "plastiquitos"), los Japoneses miran esto como algo reprobable, pues nadie a tan temprana edad merece el lujo de querer ser diferente, asi que todos deben ajustarse a las normas. Es como si todos salieran de una fabrica de produccion en serie, proceso ampliamente mejorado por los japoneses no solo en la manufactura de bienes, sino de individuos. Si bien esto destruye la individualidad de los jovenes, al menos les da un enorme entendimiento de lo que significa acatar las reglas.

Para mi fue muy entretenido ver a todos mis compañeros utilizando el calzoncillo clasico, el de color blanco con la abertura en el frente. Es como si todos se hubieran puesto de acuerdo para comprar exactamente la misma prenda. No vi a un solo niño con un calzoncillo de Superman, de Batman, de Hulk Hogan, del Hombre Araña, de Rambo, de Mickey Mouse, nada, nada!

De parecerme algo chistoso, pase a sentir curiosidad y flashes de mis dias con el delantal de mi madre empezaron a pasar por mi mente. De ser yo el que me riera por dentro ante unos niños utilizando los calzoncillos de sus abuelos, pase a sentirme muy conciente de mi mismo en cuestion de segundos. Al no estar acostumbrado a este tipo de situaciones, fui el ultimo en desvestirme y fue cuando me di cuenta de que seria diferente de nuevo y que sin lupgar a dudas llamaria la atencion, pero ya no podia perder mas tiempo, pues todos estaban en fila solo esperando por mi.

Contemple por breves instantes la idea de hacerme el enfermo y fingir que me atacaba un violento dolor de estomago, pero recapacite rapidamente, pues que mejor dia para revisarme que precisamente el dia de los examenes? No tenia escapatoria. Asi que me desvesti lo mas rapido que pude, ya saben, a mal paso dale prisa.

No tardo mucho la turba...

Cuando todos me vieron modelar mi aprecida prenda de vestir, no solo me di cuenta de que tenia el unico calzoncillo color rojo en todo Japon, sino que era el unico que encima se atrevia a usar un calzoncillo tipo tanga.

Si Sra. Ruiz marco mi estadia en ese pais, con esta ultima hazaña martillaba el ultimo clavo en mi propio ataud. "La Sra. Ruiz se puso las tangas de su Mama!", vocifero uno desde un grupo de muchachos para que no pudiera identificarlo. El resto se le sumo de inmediato y el nuevo apodo nacio sin tardanza. Risas, risas y mas risas y mi rostro del mismo color de los calzoncillos, no recuerdo si de furia o de verguenza, quizas ambas, pero solo se que en ese instante queria que me tragara la tierra. Lo mejor de todo es que mi recorrido por la escuela aun no empezaba, apenas estabamos en la fila frente a la puerta de nuestra aula.

Cuando las niñas escucharon la conmocion desde afuera del aula, de poco sirvio el papel manila colocado en los ventanales y todas se asomaron para ver de que se trataba semejante alboroto. Vi desfilar a todas las niñas de mi clase por ese ventanal y todas se retiraban con una risa histerica y corrian a buscar a alguna de sus amigas para que no se perdiera el espectaculo.

Nuestro profesor entro al aula y puso orden y nos ordeno marchar un poco antes de lo anticipado, para evitar que las niñas terminaran de alborotar a las aulas contiguas.

Lo que senti de camino al consultorio, solo lo puedo comparar con la ultima marcha de los condenados a muerte antes de llegar a la camara de gases. Lenta, agobiante y tortuosa. Sin embargo, puse mi mejor cara y fingia estar a gusto con toda la atencion que se me brindaba. Ni siquiera mostre disgusto cuando me vociferaban desde atras "Tangas Rojas! Tangas Rojas!" y a cambio ofrecia una muesca que queria asemejarse a una sonrisa.

Llegabamos finalmente al consultorio y el primero en recibirnos era el conserje de la escuela, pero este no era un conserje cualquiera. Este era el tipico conserje que podemos ver en las peliculas de Hollywood. Era sabio, consejero, atleta, musico, comediante, enfermero. Es como si Juan Luis Guerra se hubiera inspirado en el para la cancion "Tengo un Primo". Siempre estaba involucrado en todas las actividades de la escuela, en todas las Olimpiadas, en todos los Maratones, en todos los Musicales, en todos los Torneos, en fin, era toda una figura. Habia logrado hacer una biena amistad con el, principalmente porque el estaba muy interesado en conocer sobre la cultura de mi pais.

El estaba encargado de la estacion que media el peso y la estatura. Cuando logro verme en la distancia, me guiño un ojo de complicidad y por un momento senti alivio, tenia a alguien de mi lado. Delante de mi habia unos 15 niños, pues en ese entonces era mas alto que el promedio de los niños de mi edad. Al parecer me pasme rapido...

Al llegar a la estacion, el me recibe con una sonrisa de oreja a oreja y me dice susurrando como para que los demas no escucharan: "Ustedes los occidentales si son 'cool'! Tienes los calzoncillos mas calientes que he visto en mi vida, traeme uno de Dominicana!". No se de verdad si lo hacia para burlarse, para agradarme o porque realmente habia quedado maravillado con mis calzoncillos. Le pregunte que por que todos se maravillaban con algo tan insignificante, si en mi pais esa era la ultima moda infantil y el me contesto que: "Nosotros somos muy anticuados".

Eso en cierta forma fue para mi una pequeña victoria, pero tampoco hacia mucho para evitar que mis compañeros hicieran de esto el acontecimiento mas grande en Japon desde la bomba atomica de Hiroshima.

El apodo "Aka Pantsu" (Tangas Rojas) quedo conmigo hasta el ultimo dia que permaneci en Japon y nada pudo quitarmelo. Termine aceptandolo de buena gana, pues aun me quedaba un año en el pais. Incluso, en la entrada Recordar es Vivir, mencione el viaje que hice junto a mis compañeros a un retiro de tres dias en las montañas y para este lleve de muy buena gana mis calzoncillos.

Ser excentrico no me molestaba ya, pues ese gran filosofo; el conserje, me habia dicho todo lo que necesitaba saber.

2 comentarios:

jb dijo...

Aka Pantsu

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA


La vainas que te pasan a ti no les pasan a nadie mas!

Arturo Ruiz dijo...

JB, te juro que ha habido momentos en los que he pensado que si no tuviera mala suerte, no tuviera de ninguna. Jejejeje.